¿Cómo se escribe dezpreocupándose?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra dezpreocupándose se escribe con S

La manera correcta de escribirla es DESPREOCUPÁNDOSE. Puedes ver la definición de despreocupándose aquí

En algunas partes de España y de América se produce el fenómeno del seseo que consiste en pronunciar con el mismo fonema /s/ la letra z y la letra c delante de las vocales "e,i". En estos lugares es fácil que se produzcan equivocaciones y es necesario recurrir al diccionario para solucionarlas.

Hay palabras que pueden escribirse tanto con "s" como con "c o z" sin cambio de significado, las más representativas son: bisnieto/biznieto, bizcocho/biscocho, mezcolanza/mescolanza, pretencioso/pretencioso, verduzco/verdusco

Ejemplos con la palabra Despreocupándose

Es una historia popular, que se esfuerza por convertir la salida de Egipto en una gran epopeya nacional, despreocupándose del todo por los aspectos fácticos y académicos.
Viendo César en Roma ciertos forasteros ricos que se complacían en tomar y llevar en brazos perritos y monitos pequeños, les preguntó, según parece, si las mujeres en su tierra no parían niños, reprendiendo por este término, de una manera verdaderamente imperatoria, a los que la inclinación natural que hay en nosotros al amor y afecto familiar, debiéndose a solos los hombres, la trasladan a las bestias. Puesto que nuestra alma es por naturaleza curiosa y ávida de espectáculos, ¿no es razonable censurar a los que abusan de este instinto, consagrándolo a lecciones y espectáculos indignos de atención y despreocupándose, por otra parte, de las cosas bellas y útiles? Porque a los sentidos, como obran pasivamente, al recibir la impresión de cualquiera objeto puede serles preciso reparar en lo que los hiere, bien sea provechoso, o bien inútil, mas de la razón a cada uno le es dado usar como quiere, y dirigirla fácilmente al objeto que le parece o apartarla de él. Conviene, por tanto, volverla a lo mejor, no para examinarlo sólo, sino para alimentarse y recrearse con su contemplación. Porque así como al ojo aquel color le es conveniente que con su vivacidad y blandura excita y recrea la vista, así también conviene emplear la inteligencia en objetos que con recreo la inclinen hacia el bien que le es natural y propio. Tales son las obras y acciones virtuosas que con sólo que se refieran engendran cierto deseo y prontitud capaces de conducir a su imitación, pues en las demás, al admirar sus frutos o productos no suele seguirse el conato de ejecutarlas, antes por el contrario, muchas veces, causándonos placer la obra, miramos mal al artífice, como sucede con los ungüentos y la púrpura, estas cosas nos gustan, pero a los tintoreros y aparejadores de afeites los tenemos por mecánicos y serviles. Por esto Antístenes, habiendo oído de Ismenias que era buen flautista, repuso, con razón: “Pero hombre baladí, pues a no serlo, no sería tan diestro flautista”, y Filipo, a su hijo, que en un festín había cantado con gracia y habilidad: “¿No te avergüenzas, le dijo, de cantar tan diestramente? Porque a un rey le basta, cuando tenga vagar, oír a los que cantan, y da bastante a las Musas con presenciar los certámenes de los que en ellas sobresalen”.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra despreocupándose

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